En la
actividad de sujetar la regla, soltarla y atraparla de nuevo interviene el
trabajo del sistema nervioso. Uno de sus órganos, el cerebro, coordina estos
movimientos y ordena a los músculos de tu mano y de tus dedos que se abran o
cierren. Todo ocurre en un tiempo tan
breve que no te das cuenta de ellos.
Los movimientos del sistema nervioso voluntarios se controlan de manera consciente, por ejemplo caminar, escribir y lanzar una pelota.
Los movimientos involuntarios se realizan de manera
inconsciente, por ejemplo, los latidos del corazón, la respiración y los
movimientos intestinales.
El sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico
El
sistema nervioso central está constituido por el encéfalo y la médula espinal.
El sistema nervioso periférico lo conforman los nervios que nacen del cerebro y
de la médula espinal y llegan a todas las partes del cuerpo por medio de las
fibras nerviosas.
El
encéfalo se encuentra dentro del cráneo y consta de varias estructuras; cada
una realiza distintas funciones, como se indica a continuación:
Cerebro: es el órgano más grande del encéfalo,
está divido en dos mitades o hemisferios y presenta hendiduras y pliegues que
le dan el aspecto de una nuez pelada.
Tálamo:
se encuentra en el centro del encéfalo, recibe las señales enviadas por los
sentidos y las reenvía a distintas áreas del cerebro para su procesamiento.
Cerebelo: es el segundo órgano más grande del
encéfalo, su función es mantener el equilibrio y controlar los movimientos
finos.
Hipotálamo:
se encarga de algunas funciones corporales, como regular la temperatura y
percibir las señales de sueño, hambre y sed. También es el responsable de las
manifestaciones emocionales (como la amistad, el cariño y el amor).
Bulbo
raquídeo: es el encargado de transmitir mensajes entre el cerebro y el
cuerpo; controla funciones básicas como el latido del corazón, la digestión y
la respiración.
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